EL ESTRÉS CRÓNICO Y CONTINUADO: UN INDICADOR PARA CAMBIO

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No podemos cambiar lo que nos ocurre en nuestras vidas, pero sí, nuestra percepción y vivencia sobre ello. La forma en la que interpretamos lo que nos pasa influye en gran medida en nuestro bienestar, es decir, nuestra interpretación de la realidad puede crearnos ansiedad, tristeza y mal humor o, por el contrario, alegría, entusiasmo y felicidad. Y la manera cómo nos sintamos va a influir en nuestra conducta, nuestro cuerpo y nuestras emociones, facilitando una conducta activa dirigida a afrontar la situación de malestar o estrés o una conducta pasiva de no hacer nada y esperar a que la situación pase, acabe o cambie con el tiempo.

Cotidianamente nos enfrentamos a situaciones y problemas que pueden ser de larga duración, alterando el equilibrio normal del organismo y afectando, por lo tanto, a la SALUD. Ello genera un ESTRÉS CRÓNICO, una respuesta poco adaptativa que impide que podamos ser plenamente felices.

¿QUÉ ES EL ESTRÉS CRÓNICO?

Este proceso de adaptación en los seres vivos se realiza a través de dos mecanismos: uno de defensa-fuga y otro de regeneración-crecimiento y en ambos está implicado el Sistema Nervioso.

El mecanismo de defensa actúa bien enfrentándose a la amenaza, lucha o bien huyendo de la amenaza, fuga. En su libro, ¿Por qué las cebras no tiene úlcera? el neurocientífico, Robert M. Sapolsky nos explica muy bien este mecanismo.

Pone un ejemplo de una cebra que está pastando tranquilamente junto a la manada. De repente aparece una leona hambrienta que intenta cazarla. En ese momento la cebra dejara de comer pasto y empleara toda su energía para huir y salvar la vida y si logra escapar volverá a la manada para seguir comiendo. Su organismo responderá a la amenaza con la huida o fuga.

Tenemos la capacidad de centrar toda nuestra energía en la resolución de un problema ante una situación real de peligro o de Estrés, en este caso, para salvar la vida. El problema acontece cuando está situación de estrés se mantiene a lo largo del tiempo y el organismo mantiene su función de defensa, huida o fuga. Lo que llámanos un “estado continuo a la defensiva”. Nos defendemos de forma simbólica a posibles amenazas que están en nuestro sistema de creencias, pensamientos, conductas y emociones.

¿Quién no se ha levantado una mañana en un estado de tensión solo al pensar en ir al trabajo y enfrentarse  al montón de papeles que dejo la noche anterior?. Aquí no hay un peligro “real”, no se nos va la vida, en cambio nuestro organismo responde  de la misma manera que si nos amenazara un león: en estado de tensión y estrés.

¿CÓMO PODEMOS AFRONTAR LAS SITUACIONES QUE NOS PROVOCAN ESTRÉS?

Un afrontamiento activo  consiste en orientar nuestra energía, esfuerzo y comportamiento en resolver la situación estresante, tomando parte conscientemente cuando nos enfrentamos a ella e intentamos resolverla. Nuestro cerebro activa al sistema nervioso simpático, lo que se traduce en una focalización de nuestra energía  hacia la resolución del problema y reduce el cortisol, hormona relacionada con el estrés. Esta forma de resolver la situación es beneficiosa porque hace que se perciba un mayor control de la situación, contribuyendo a reducir notablemente su respuesta fisiológica de estrés y disminuir la sensación subjetiva de estar estresado.

Por el contario, un afrontamiento pasivo caracterizado por no llevar a cabo acciones encaminadas  a la resolución del conflicto, es decir, no hacer nada, dejar que pare sin actuar, produce mayor actividad del sistema nervioso parasimpático, que inhibe al organismo y produce más hormonas del estrés. Si ante una situación que genera malestar y desolación no hacemos nada tendrá consecuencias negativas para nuestro bienestar. Según el biólogo molecular Bruce Lipton en su libro “La biología de las creencias” afirma que para prosperar de verdad, no sólo debemos eliminar los agentes estresantes, sino también buscar de modo activo la alegría y el amor, y llenar nuestra vida de estímulos que desencadenen los procesos de crecimiento y bienestar.

Hay que tomar parte activa en la eliminación de los desencadenantes de dicho estrés crónico y cambiar nuestro modo de percibir el entorno y nuestras vidas.

ALGUNAS HERRAMIENTAS

A través de terapias Cuerpo-Mente  podemos gestionar, afrontar y/o eliminar algunos de los desencadenantes del estrés:

  • La BioEspinología focaliza su intervención en la columna vertebral, ya que cuidándola cuidas tu Sistema Nervioso y con él todos los sistemas encargados de mantener el equilibrio de la vida y regular el estrés.

 

  • Grupos de estiramientos terapéuticos y anti-estrés donde podemos aprender a relajar, estirar y flexibilizar el cuerpo y de esta manera eliminar esas tensiones que nos producen dolor, malestar y ansiedad.

 

Psicoterapia centrada en la emociones que nos ayuda a reconocer que emociones han sido reprimidas, inhibidas o no expresadas y localizarlas en el cuerpo ya sean en síntomas de ansiedad, depresión, tristeza, irritabilidad, como en dolor de espalda o cuello, gastritis, colón irritable, etc.

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