EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO

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Dentro de los trastornos de ansiedad más comunes se encuadra el denominado trastorno obsesivo compulsivo, por sus siglas también conocido como TOC. El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por la repetición constante y reiterada de pensamientos ajenos a la voluntad de aquél que los tiene. De ahí que dichos pensamientos o ideas reciban el nombre de pensamientos intrusivos dada la dificultad de control que sobre los mismos tiene el sujeto que los padece.

Siendo su origen más habitual en la adolescencia, esta patología puede surgir a cualquier edad sin ningún motivo aparente, si bien es cierto que un factor estresante es la causa principal en un 50% de los casos. Asimismo, puede venir asociado a depresión mayor o fobia social. La prevalencia en la población general gira en torno al 2%.

El trastorno obsesivo compulsivo es “bisintomático”, al poder distinguirse dos tipos de síntomas diferenciados pero ligados a su vez entre sí. Uno caracterizado por la invasión de pensamientos o imágenes de carácter irracional (obsesiones) que desencadenan en el paciente un sufrimiento intenso al escapar de su control. De hecho, el paciente tiende a reconocer lo absurdo de estos pensamientos. Y un segundo síntoma en el que el paciente pasa a realizar conductas de carácter ritualista (compulsiones) durante su vida cotidiana para aliviar la ansiedad que le producen los pensamientos obsesivos. Asimismo, si las ideas o imágenes obsesivas guardan relación con amenazas o peligros, las compulsiones son llevadas a cabo por el propio convencimiento del paciente de que el ritual le ayudará a evitar el peligro imaginado.

Así pues, entre las obsesiones o pensamientos intrusivos más frecuentes encontramos: pensamientos de agresión física hacia su persona o hacia su familia, siendo muy típico en las madres el miedo a cometer algo en contra de un hijo pequeño u otro miembro de la familia; de temática sexual; de blasfemia hacia una imagen religiosa o un insulto hacia la confesión religiosa, lo que lleva al paciente a reiteradas “confesiones” y remordimientos por dichos pensamientos de contagio de alguna enfermedad o encontrarse sucia la persona, dándose frecuentemente en el alquiler de películas o simplemente cuando el individuo va a entrar en contacto con cualquier cosa que considere que ha sido contaminada anteriormente; asimismo las obsesiones relacionadas con la apariencia física acarrean un malestar subjetivo ante el espejo por cosas que no tienen importancia.

Mientras que las compulsiones más comúnmente observadas son: la limpieza de las manos reiteradas veces produciendo lesiones en las manos por los continuos lavados que se realizan a pesar de saber el sujeto que se está excediendo, el tocar o no el pomo de una puerta o el pasamanos de una escalera ya que otras personas lo han hecho con anterioridad; la simetría en los objetos de la casa y limpiar sobre limpio de forma reiterada a pesar de saber que no se pueden obtener más resultados; una de las más frecuentes consiste en comprobar varias veces el cierre de la llave del gas, las luces de la casa o la cerradura de la puerta (en ocasiones puede tener lugar entre ocho y cincuenta veces al día por ejemplo), generando malestar tanto al sujeto como a la familia dada la imposibilidad de poder parar. Otros rituales pueden ser no pisar una determinada baldosa o determinadas zonas de la calle, contar las matrículas de los coches o también la excesiva escrupulosidad en lavabos públicos.

Esto genera un sufrimiento intenso y el miedo a volverse loco por lo que el paciente tiende a esconder el ritual para no ser observado. Incluso miembros de su familia desconocen lo que le está sucediendo. Tardan en ponerse en manos de un profesional por el miedo al estigma de la locura y que su familia se pueda enterar con las consecuencias que el paciente cree que se pueden derivar: presunto divorcio o separación y la estigmatización por parte de la sociedad. Es una patología de muchísimo sufrimiento en la cual a pesar de ser considerada como absurda existe siempre la duda.

El tratamiento farmacológico es muy eficaz, tanto los antiguos como los actuales antidepresivos han demostrado tener un impacto positivo en las personas que padecen este tipo de trastorno. Asimismo, la psicoterapia sirve de complemento para el tratamiento de esta patología.

 

Dr. Miguel Verdeguer Dumont 

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