Mirando de reojo al espejo

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Hace tiempo que quería escribir sobre este tema tan mediatizado de un tiempo a esta parte, como son los trastornos alimentarios en general y la imagen corporal en particular.

En prácticamente la totalidad de los trastornos alimentarios aparece una imagen corporal distorsionada de uno mismo. Se magnifican detalles “inapropiados” para la persona (piernas, cartucheras, barriga, etc.), que generan numerosos pensamientos negativos que hacen referencia a tales “imperfecciones” y que unidos a una crítica y culpa excesiva por la imposibilidad de cambiar esto, van minando poco a poco la autoimagen de la persona generando sentimientos de angustia, frustración y de depreciación de su imagen y valía.

Cuando un profesional se plantea la intervención en un caso de este tipo debe atender a la conductas disrruptivas sean purgativas, restricción alimentaria o episodios de atracones incontrolados, sin dejar de lado el papel cognitivo detrás de estas conductas, en este caso la pobre imagen corporal, bajo nivel de aceptación, ideación irracional, etc. De lo contrario corremos el riesgo de quedarnos únicamente en la superficie del problema y naufragar contra la base no descubierta de nuestro iceberg cognitivo.

En nuestro trabajo diariamente aprendemos de las experiencias de nuestros pacientes, este es el caso de una joven a la que llamaremos Mía y que escribió esta preciosa carta a resultas de un ejercicio que le mandamos en consulta, paso a transcribirla palabra por palabra, a sabiendas que en más ocasiones de las que nuestro ego profesional quiere reconocer, ni ellos (como pacientes y sobretodo personas) saben tan poco, ni nosotros (como profesionales) sabemos tanto.

“Cuándo te miras a un espejo, el problema con el que te enfrentas no es la realidad de lo que aparece ante ti, sino la interpretación que tú haces de esa realidad. Da igual que seas fea o guapa, lo importante es como te veas a ti misma y cómo interpretes aquello que ves y si quieres que la interpretación sea positiva, debes trabajar tu autoestima. Si te quieres a ti misma, te gustará la imagen que ves reflejada en el espejo, pero si te sientes triste, deprimida y aborreces tu vida, no te gustará lo que aparece reflejado, aunque tu rostro sea el más bonito del mundo.

Lo mismo sucede en la vida de cada persona. Existe una realidad y la interpretación que hacemos de ella. Lo ideal sería que nos limitásemos a ver la realidad tal y como es, como aparece en el espejo, pero eso sólo sería posible si no tuviéramos pensamiento propio. Por eso, no hay que dejarse engañar por lo que vemos reflejado en el espejo pensando que hay una realidad única e inamovible que es tal y como aparece ante ti, porque hay otra realidad invisible paralela creada por tu propio pensamiento que hace posible que puedas modificar la imagen real del espejo, dando como resultado la “proyección” de todo aquello que deseemos.

No hay que olvidar trabajar el mundo de lo invisible, porque ahí será dónde encontraremos las respuestas que necesitemos y debo recordar que mi felicidad depende de mi. He pensado que cada vez que me mire en el espejo y éste no me devuelva la imagen que espero, habrá llegado el momento de mirar dentro de mi misma y determinar  aquello que no funciona bien y necesito arreglar para recomponer todas las piezas que conforman mi persona.

Porque el pegamento más efectivo para volver a encajar las piezas es quererse y aceptarse a uno mismo, porque… he llegado a la conclusión de que si miro dentro de mi misma, siempre voy a encontrar las respuestas que necesite.”

No caben más palabras… GRACIAS MÍA

 

Castelló Psicología