El pie geriátrico

771

A lo largo de nuestra vida los pies se ven sometidos a constantes situaciones de estrés mecánico. Los rasgos congénitos, el deterioro de las estructuras y el uso del calzado acaban desencadenando patologías en el pie. Se pueden prevenir problemas del pie mediante una atención apropiada y con ello poder mantenernos activos.

A medida que envejecemos se generan un mayor número de callosidades,  a causa de una pérdida de la almohadilla plantar junto a la degeneración de los huesos, quedan expuestas zonas donde las presiones aumentan y se producen callosidades que pueden resultar incapacitantes. Las más frecuentes suelen ser en la zona del metatarso y en calcáneo.

Los dedos pueden sufrir deformidades óseas, produciendo  desviaciones, dedos en garra, martillo y acortamiento de tejidos blandos. También puede influir de forma notoria una horma de calzado estrecho.

Es frecuente la aparición de  uñas encarnadas, onicomicosis (hongos), uñas engrosadas y grietas en la piel que pueden generar incapacidad.

Cualquier problema en el pie acaba produciendo variaciones de la marcha y postura, afectando a nuestra vida cotidiana.

Se recomienda como precauciones.

  • Uso de un calzado holgado y flexible evitando la horma estrecha y los tacones excesivamente pronunciados. Suela antideslizante y materiales nobles.
  • Lavado y secado para evitar la humedad, haciendo hincapié sobre todo en la zona de entre los dedos, uso de calcetines limpios.
  • Un correcto corte de uñas vigilando que no se produzcan durezas en los canales.